viernes, 3 de febrero de 2012

En el parque

Y esto era una vez, una mañana en la que en un barrio cualquiera, de cualquier ciudad, iba a tener lugar uno de los acontecimientos más extraños de todos los ocurridos en los parques...
Bajé a la calle para dar una vuelta al perro y me asaltó la sensación en cuanto abrí la puerta del portal de que esa no era una mañana como las demás: era 22 de Octubre y el sol calentaba en el cielo limpio, sin nubes.
Solté al perro que salió corriendo y cuando me incorporé, una ráfaga de viento me silba al oído y... ¡comienza el juego!

Me giro por acto reflejo y me llevo un susto de muerte: un guardián con una coraza de espinas verdes me grita que me aparte, que no le dejo ver.
¡No puede ser! Doy un salto hacia un lado, tropiezo con una piedra que se queja insultándome y voy a parar a un grupo de brazos huesudos que me zarandean hasta dejarme sentado en una de las gradas de madera desde las que se podía ver...
¡Un partido! Un partido de fútbol con miles de jugadores, unos amarillos, otros verdes... unos que vuelan llevados por el viento y otros que se amontonan en una enorme pirámide...
Y en medio de todo ese alboroto, imponente y robusto, está el árbitro: -¡Oeeeeeee!- anima un sector del público... -¡Uhhhhhh!- le responde el otro.
El partido continua y los jugadores hacen sus desmarques hasta que... -¡Piiiiiii! Me levanto y grito: -¡Eso ha sido falta árbitro! ¡Penalti!-
En respuesta a mi queja, todo se queda inmóvil, en silencio...me giro y estoy sólo en el parque; vuelvo la vista otra vez y…

¡Cambio!
Un jugador de amarillo entra al terreno de juego en sustitución del lesionado.
Alguien tiene que tirar la falta... doy un paso adelante, entro en el terreno de juego y con una mirada a mis compañeros les doy a entender que yo asumiré la responsabilidad de lanzar la pena máxima. Respiro hondo, clavo la mirada en el portero rival, el cual me la devuelve sin pestañear... el estadio enmudecido, las respiraciones contenidas, todos los ojos mirándome... cojo carrerilla.... chuto y....¡Goooooooool!
Es el delirio... me lanzo al césped en plancha y mis compañeros se tiran encima mía... es el momento más feliz de mi vida.

Cuando estoy en el suelo disfrutando de la gloria, un lametón en la cara me deja ciego por unos instantes... -¡Quita Hook!
Se acabó, los jugadores de ambos equipos se retiran a los vestuarios.
De vuelta a casa paso al lado del guardián de verde y le guiño un ojo... se enfada pero es normal... era del otro equipo.

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