Se paseaba en silencio entre nosotros mientras dejaba que la
pregunta fuera calando en busca de una respuesta atinada. Recorrió una fila
tras otra de la clase hasta que llegó a mi vera y nombrándome, puso una mano
firme sobre mi hombro. Para mí, la única respuesta que tenía sentido en aquel
entonces fue la que de manera tímida contesté. Eso fue en la universidad, y lo
único que han hecho estos 20 años que separan aquel momento del presente, es
que reafirme lo que dije en aquel entonces: la publicidad es MALA.
No me refería a la publicidad en sí, si no al uso que se
hace de ella… por supuesto que habrá publicidad que ayude tanto al emisor como
al que la recibe; pero los estereotipos, clichés, patrones machistas y la falta
de ÉTICA han hecho mella en la industria hasta llegar a convertirla en un
negocio que prioriza la venta y el consumo sobre todo lo demás.
En el artículo que he compartido
aquí,
se ponía de manifiesto una de las graves consecuencias de esta falta de moral, ‘los efectos de la hipersexualización de las niñas’: “…
Por
un lado se critica a una mujer que se vista de forma provocativa, pero se
acepta a una niña vestida como una mujer, maquillada, con tacones y minifalda y
a una mujer vestida como una niña, bordeando los límites de la pedofilia”.
El artículo no tiene desperdicio.
Continúo.
Cada vez que veo anuncios en la tele, me pongo de mal humor:
empieza poco a poco, con un anuncio de un anti-arrugas presentado por una mujer
que no debe llegar a los 30, dirigido a personas mayores de 50 y con el mensaje
implícito de la juventud eterna. Estupidez contra natura que se lleva
repitiendo desde que tengo uso de razón y siempre con la misma estructura: no
te aceptes como eres y asumas tu edad mostrando a la gente que te rodea lo
feliz que puedes llegar a ser sólo asumiendo ese simple hecho; por el
contrario, debes luchar con todas tus cremas, tus dietas y tus toxinas
botulínicas por no aparentar la edad que tienes.
Al anuncio de anti-arrugas le sigue uno de coches, de
todoterrenos, de tipos exitosos que conducen coches que se conducen solos y que
me instigan a comprarme uno porque así podré llevar a las niñas al cole como el
resto de exitosos y felices papás que aparecen en el anuncio. Me imagino la
cara que pondrá mi coche actual, felizmente pagado y en perfecto estado,
mientras me ve cómo babeo cuando veo pasar esos 4x4 a mi lado…si fuera él, me
dejaría tirado en la cuneta a la espera de que algún coche cool con asistencia
on-line en carretera me recogiera.
Entre tanto, se cuela un anuncio de moda: con la iglesia
hemos topado. Más bien, con el canon de belleza exigible e ineludible por toda
mujer que se precie como tal. Y si no cumples, has de aproximarte lo más
posible a este canon y para ello, has de prestar mucha atención al siguiente
anuncio que aparece en pantalla y que muestra la forma definitiva de perder
peso en cuatro semanas (dejando tu salud a un lado y centrándose en ese pantalón
que no acaba de cerrar). Normalmente, la combinación de este maravilloso producto
con el anti-arrugas de hace un par de anuncios, produce un efecto milagro, haciendo
que retroceda tu reloj vital y poniendo en duda los conceptos básicos de
espacio-tiempo.
Toca el turno de los bancos y entidades financieras. De
verdad que hay que quitarse el sombrero ante estos genios. Seguridad, ética,
empatía, compromiso, solidaridad…una larga lista de calificativos que podría
aplicarse a personas, animales, incluso a algún político…¿pero a un banco?
Beneficios, riesgo, desahucios, preferentes, dinero, dinero y nada más que
dinero…esto es un banco o entidad financiera. Nada más.
No podemos dejar de lado los anuncios de coca cola, Disney y
comida basura que bombardean nuestras pantallas y oídos. Con coca cola me pasa
algo parecido que con los bancos…esa imagen que se empeñan en asociar a su
marca, de tal manera que si bebes este producto serás mejor persona, esos
valores que deberían mostrar con mayor claridad la cantidad de azúcar (35gr)
que hay en una coca cola de 330ml. Me molesta que mi hija me pregunte una y
otra vez cuándo vamos a ir a Disney World y que me repita que quiere tal o cual
vestido de princesa para su cumpleaños.
Aprovecho para introducir un pequeño alegato sobre los
anuncios de juguetes, que aparecen en los canales temáticos infantiles:
juguetes para niños, no juguetes para ellas y para ellos…quiero un disfraz de
bailarín, una equipación de fútbol femenino, un juego de fuerza y agilidad y
otro de moda y confección para todos y todas…quiero ver un conjunto rosa chicle
unisex ¡y uno negro azabache para bebés! Ya está.
Volviendo a la universidad, aún recuerdo la cara que se le
quedó al profesor de publicidad al oír mi respuesta…creo que se la esperaba,
estaba ansioso porque algún incauto picara su anzuelo, y por supuesto, su
réplica no dejó lugar a duda de que la publicidad era un bien necesario para el
desarrollo y buen funcionamiento del sistema capitalista actual, que
beneficiaba tanto a productores como a consumidores. En aquel entonces me callé
y se salió con la suya, aunque para mis adentros, sabía que algo de todo eso no
estaba bien. El tiempo hizo que pudiera identificar ese algo y darle un nombre.
Ahora tengo herramientas para luchar y voz para decir que no… que por ahí, no
paso.