martes, 4 de diciembre de 2012

Monopoly...o


En un sótano oscuro, cuya única luz bañaba cenital la superficie de una mesa de madera gastada, estaban sentadas delante de un tablero cuatro personas que participaban en un juego:

El jugador número uno tiró los dados, con tal mala suerte que terminó en la casilla de la compañía eléctrica:

-Son 50- dijo una voz
-Pero un momento- protestó el jugador 1 -Aquí pone 25-
-Ya, eso era antes de la subida del IVA y de la regularización de las tarifas de mercado-

Número 1 pagó su deuda y le pasó los dados al jugador número 2, que los lanzó con fuerza al tablero:

-¡Ocho!…cinco, seis, siete y ocho…bueno, una casa de mi propiedad-
-En realidad- dijo la voz -esa casa le pertenece al banco, y el banco a su vez me pertenece a mi, o sea que me tienes que pagar la hipoteca correspondiente: 500
-Pero según las reglas del juego, no tengo que pagar nada si caigo en mis propiedades-
-Las reglas del juego han cambiado: todas las propiedades pertenecen a la banca hasta que no se haya devuelto el coste de la propiedad, más los intereses. Y como la banca soy yo, esa casa me pertenece y me tienes que pagar-

El jugador número dos pagó hasta el último céntimo. La voz cogió los dados y los lanzó contra el tablero… 10. Movió su ficha que fue a parar directamente a la cárcel.

-Pierdes dos turnos y tienes que pagar una fianza de 1000- exclamó el jugador número uno.
-Veo que no estáis al tanto de las últimas modificaciones del reglamento- replicó tranquila la voz -Como soy la banca, estoy exento de pagar fianza para salir de la cárcel y no tengo porqué perder ningún turno. Lo único que ocurre es que me mandan directamente a la casilla de salida-

El jugador uno y el jugador dos se miraban desconcertados. Mientras tanto el jugador número tres cogió los dados y se los pasó directamente al jugador número 1.

-¿Y tú no vas a tirar?- le preguntó
-No, yo no juego esta partida… vosotros me habéis elegido al principio como árbitro para que mantenga el cumplimiento de las reglas del juego… no puedo jugar siendo el árbitro.

El jugador uno tomó los dados y los lanzó con desgana… 3… uno, dos y… ¡¡¡bien!!! Había caído en la casilla del premio… el bote acumulado era de 30.000

-Qué suerte, me viene estupendamente para tapar algunos agujeros-

La voz, como titular de la banca, hizo entrega del premio que repartió de la siguiente forma: le dio 15.000 al jugador y los otros 15.000 los depositó en el banco.

-¿Pero porqué me quitas la mitad de mi premio si ese dinero lo hemos puesto los jugadores?-
-Se te olvida que la banca somos todos y que aunque ese dinero lo hayáis puesto vosotros, según las reglas, todo ganador del bote debe tributar el 50% de la cantidad percibida en beneficio de la banca, porque de la banca sale todo el dinero de los jugadores… si no, no se podría mantener el juego-

Resignado, el jugador 1 le dio la cantidad acordada a la voz y el juego continuó. Los dados chocaron contra el tablero y al finalizar su danza marcaban un seis. El jugador 2 movió su ficha.

-Has caído en mi propiedad- repuso la voz con tono grave -Justo en esa parcela tengo casas de lujo y hoteles de cinco estrellas, te va ha salir muy caro… son 50.000-

Los ojos vidriosos del jugador 2 iban de la casilla donde había caído al rostro del jugador 1 y el jugador 3 suplicando ayuda.

-Has vivido por encima de tus posibilidades y ahora te toca pagar el precio… te vamos a quitar todo lo que tienes para pagar esta deuda. A partir de ahora, todo pertenece al banco y puede hacer con ello lo que quiera-
-¡¡¡Pero y mi familia!!!-exclamó sollozando el jugador 2
-Haberlo pensado antes de jugar-

Dicho esto, la voz lanzó los dados para continuar la partida… 8, la casilla de la Tarjeta de la suerte. La voz cogió una carta y le dio la vuelta… ¡TRIBUTOS! Tiene que tributar el máximo posible por cada una de sus posesiones del tablero de juego.
En los ojos del jugador 1 renació una llama de esperanza al notar la duda en la voz… casi podía oler el miedo en su aliento… hasta que el jugador 3 intervino en el último instante:

-¡¡¡Amnistía fiscal!!!- gritó mientras su pecho subía y bajaba con fuerza… la fuerza que había aplicado a última hora para redactar la nueva regla que eximía de pagar los impuestos correspondientes a la voz.

-Según la nueva regla que acabo de redactar, los bancos y grandes fortunas están exentos de pagar en su totalidad los impuestos derivados de la tarjeta de TRIBUTOS. Queda a su libre elección realizar un aporte simbólico a las arcas del juego para el beneficio de los jugadores-

La estancia quedó en silencio… la duda y el miedo habían desaparecido remplazados por una determinación férrea, inquebrantable… muy lentamente los jugadores 1 y 2 se levantaron de la mesa, le dieron la espalda a los otros y se dirigieron a las escaleras.
La voz empezó a decir que no podían irse sin pagar y el jugador 3 que el sistema estaba cimentado en unas reglas que había que cumplir porque sino esto sería Sodoma y Gomorra.

Ajenos a todo lo que oían, Pablo y David subieron las escaleras peldaño a peldaño, soltando con cada paso el lastre que los ataba a ese sótano lúgubre. Al final de la escalera había una trampilla que no tenía picaporte… empezaron a ponerse nerviosos golpeando la madera hasta que esta se abrió desde fuera y una luz cegadora los deslumbró. Una figura recortada en contraluz los ayudó a salir del sótano y cuando sus ojos se acostumbraron a la luz pudieron ver una infinidad de personas que como ellos habían elegido dejar de jugar a su juego y elegir otra opción: cambiar, vivir.