jueves, 15 de diciembre de 2011

ROBIN

Podríamos pedirle a los más ricos que dieran más dinero, pedirle a un Robin Hood del S.XXI que se inventara un bosque de Sherwood donde cupieran cinco millones de personas y que repartiera el dinero de los ricos entre los más pobres.
Chica tarea la del pobre Robin, me lo imagino entrando en la Bolsa de Madrid, mirando alucinado las pantallas y los datos de cotización de las empresas del IBEX 35 sin saber siquiera a qué empresas se refieren con eso del IBEX 35; también me lo imagino entrando en la sede del Santander pidiendo un microcrédito para comprarse un arco y flechas (para poder asaltar a los ricos por los caminos del Señor) y explicándole a un tipo que está detrás de una mesa, con su traje y corbata a juego, que necesita apoyo para hacer lo que es correcto.
Pobrecito Robin.
Vamos a imaginarnos que nuestro Robin de los bosques consiguiera la subvención necesaria para su proyecto y que se pusiera manos a la obra
¿por dónde empezamos? ¿a quién le tomaríamos 'prestado' el dinero?
Banqueros, políticos, senadores, empresarios, congresistas, a la Iglesia (¿no acompañaba un fraile en sus fechorías a nuestro Robin?)
Esto es mucho más complicado de lo que pensábamos, ahora no sabemos quienes son los buenos y quienes los malos, antes todo era más sencillo porque los dos bandos estaban diferenciados, en cambio ahora…¿a quién le daríamos el dinero? A los trabajadores, a los sindicatos, a los parados, a las PYMES, a los pobres???
¿Y si en vez de dar el dinero lo invirtiera en Bolsa para sacarle más rendimiento?
Robin con su traje verde y mayas ajustadas, espada en mano, el arco colgando flácido en la espalda y un sombrero de pico con una pluma, atravesando de nuevo  la puerta del edificio de la Bolsa y gritando: "¡Compro! ¡Vendo!
No, no…mejor esperaría fuera para asaltar a la gente que saliera del edificio y quitarles todo el dinero…pero, espera un momento… ¡¡¡si no llevan dinero!!! Esto es muy frustrante.

Si yo fuera Robin y me plantara en este Siglo XXI, me iría a algún bosque virgen que quedara (si es que encontraba alguno) y me quedaba allí escondido junto con mi amigo el pequeño Jonh y el fraile Tuck recordando las historias que hicieron famosos a unos forajidos que robaban a los ricos para dárselo a los pobres.

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