De pequeñito te enseñan a contar. Empiezas del uno al diez, sencillo, y luego llegas al veinte, cincuenta…al cien!!! y así vas aprendiendo a darte cuenta, contando, de la importancia de los números.
De pequeñito recuerdo la sensación, cuando ya sabías andar y te lanzabas casi literalmente a correr… y no parabas sólo por el puro placer de correr, porque podías, y te alegrabas de hacerlo.
Ahora de mayor me marco un verdadero reto: intento contar de uno a cuatro millones, contar esa infinidad de personas, de caras y rostros, de nombres…y después de haberlos contado hago otro esfuerzo y me los imagino corriendo a todos, cuatro millones de personas en movimiento, soñando, viviendo… riendo, llorando… disfrutando o sufriendo… y de repente los paro a todos. Cuatro millones de personas paradas que se levantan cada mañana pensando…no sé, pensando cuando eran pequeños y corrían por el mero placer de sentirse libres.
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