jueves, 1 de diciembre de 2011

ser profesional humano

Cuando nacemos estamos predestinados a ser dos cosas: ser humanos y ser abogados, bomberos, electricistas, políticos, conductores de autobús y un casi infinito etcétera de posibilidades.
Lo primero lo eres desde el momento en que sales del útero materno y termina cuando exhalas tu último aliento.

Desde niños estamos abocados a la formación de un ser profesional que se va desarrollando paralelamente al ser humano a lo largo de su vida, un ser profesional necesario, pero que por desgracia, a veces oculta tras su manto de profesionalidad al ser humano que hay detrás.

Leo en algunos periódicos digitales que los trabajadores de los sindicatos se suben los salarios y las dietas en plena crisis. Estos trabajadores, o sus representantes, tienen un nombre y apellidos que los identifican como seres humanos, pero han tomado una decisión como 'seres profesionales' de mantener las subidas salariales pactadas.

A su vez, escucho en la radio o en la TV a 'seres profesionales' políticos y empresarios opinando sobre la crisis y las entidades financieras y pienso que me gustaría sentarme con ellos, con los trabajadores de los sindicatos, con los empresarios, con los políticos y las entidades financieras y hablar con los seres humanos que coexisten con los seres profesionales… hablar con Cándido, con Juan, con Alfredo y Mariano y con Emilio y Francisco (o Paco para los amigos).

Cómo me gustaría invitarles a mi casa, y que al entrar por la puerta se quitaran el traje y dejaran colgado en el perchero a los seres profesionales y sentarme en el sofá con los seres humanos y hablar con ellos… de cultura, de humanidad, de política y de economía… y escuchar música y bebernos una cerveza o un vino, o las dos cosas…y reirnos, como no, reirnos como lo hacen los seres humanos cuando se juntan y hablan.

Y que me explicaran mirándome a la cara porqué algunas decisiones tan importantes en la vida de los seres humanos que les rodean parece que han sido tomadas por el traje que hay colgado del perchero de mi casa y no por Cándido o por Juan, por Alfredo o Mariano, o por Emilio o Francisco.

Quisiera poder escuchar y hablar con seres humanos en primer lugar y luego ya veríamos.

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