miércoles, 7 de marzo de 2012

CUENTO FUTURISTA


En un futuro…

Una placa donde podemos leer: SUBSIDIOS. Una fila de personas espera para ser atendida

¡Siguiente!

El hombre se acerca al mostrador y dice:

Sí, buenas… ¿para pedir la ayuda del suicidio?

Suicidios y desahucios la fila de al lado. ¡Siguiente!

Gracias.

Nuestro hombre se dirige al mostrador contiguo coronado por una placa donde figura: SUICIDIOS.

Buenas… ¿para pedir la ayuda del suicidio?

Sí, es aquí.

Pues por favor, quería pedir…

Antes de nada le aviso que la subvención para el suicidio se recortó hace una semana, o sea que si quiere suicidarse deberá hacerlo por su cuenta sin contar con la ayuda del estado…

Pero… es que no tengo otra manera de suicidarme y el banco ya me ha dicho que después de quitarme los ahorros, la casa, la familia y el coche, sólo quedo yo para pagarles…

Bueno, usted verá cómo lo hace, aquí no podemos ayudarle… ¡siguiente!

El hombre se encamina hacia la salida, cuando se encuentra con un viejo amigo del trabajo.

¡Hombre!

Hola…

¿Qué haces por aquí?

Vengo por lo del suicidio… ¿y tú?

Yo vengo a que me sellen la cartilla del paro, creo que aún me quedan unos meses para seguir trabajando…

Qué suerte…

Sí… sin seguridad social, me pago yo mi seguro privado; puedo dejar el trabajo sin indemnización cuando el empresario quiera y con mi turno partido de 12 horas hago lo que antes hacíamos nosotros dos juntos… así que ¡no me puedo quejar!

Pues a mi acaban de decirme que se han terminado las ayudas para el suicidio…

¡No me digas! Había un montón de gente pendiente de un hilo con esa ayuda…

No se qué voy a hacer… el suicidio colectivo está prohibido desde la gran crisis del 2012, y evidentemente no voy a dejar a mi familia sin la ayuda que supondría que me suicidara por el bienestar común de la ciudadanía…

Te entiendo… ¡¡¡para el bienestar de unos pocos hace falta el malestar de la mayoría!!!

Bueno, que te vaya bien en mi trabajo… y en el tuyo también.


De camino a la que era su casa, ahora propiedad del banco, nuestro hombre se cruza con un joven que corre a toda prisa por la calle:

Perdona, ¿dónde vas corriendo de esa manera?

¿No se ha enterado? ¡¡¡El gobierno ha sacado nuevas plazas para alfabetizar a los jóvenes desempleados!!! Son sólo 10 plazas y hay mucha demanda, sobre todo desde que se eliminó la educación gratuita.

¿Y dices que son para jóvenes desempleados?

Sí… ¿cuántos años tiene?

25

Mala suerte señor, usted ya no es joven; sólo se pueden presentar menores de 20 años.

Bueno…adiós.

Cabizbajo, nuestro hombre reflexiona acerca de su situación:

Podría ir al banco para pedirles permiso para viajar al extranjero… si me lo concedieran, con suerte podría estar unos años sin ver a mi familia, en un país donde no hablan mi idioma, trabajando todo el día… ¡sería increíble! ¡volver a trabajar! Volver a sentirme útil, explotado, como antes de caer en ¡¡¡desgraciaaaaaaaaa!!!

Sin quererlo, nuestro protagonista ha sido víctima de lo que se denomina comúnmente como EL CUENTO DE LA LECHERA. O lo que viene a ser lo mismo, mientras divagaba, ha caído en una fosa de un edificio en construcción que por motivos de recortes presupuestarios no tenía colocadas las vallas de seguridad. De esta manera podemos deducir que por mucho que le demos vueltas a nuestra situación, lo mejor es tener los pies en la tierra y mirar hacia delante, porque si no, te puedes caer.

FIN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario