viernes, 13 de julio de 2012

Personaje


Mi protagonista se moría… no podía hacer nada.

Desesperado, intenté relacionarlo… intenté darle profundidad, un alma propia para que pudiera desarrollarse sobre el papel y fluyera como un río, para que llegara al mar y se mezclara con las aguas de otros miles como él… pero no, estaba estancado y el agua se empezaba a pudrir.

Sufría una lenta agonía, como el que va perdiendo poco a poco a un ser querido, y no puede hacer nada para remediarlo.  Te devanas los sesos, le das vueltas a la cabeza, pasas noches en vela… y todo porque tu creación se muere.

Y en ese momento decides optar por la única opción posible… aun a sabiendas de que no funcionará, de que ese es el clavo que más arde de todos… pero la desesperación nubla tu mente como una pátina de grasa que lo vuelve todo borroso.

Y te entregas…

le das tu alma…

Y se empieza a recuperar… tu protagonista se levanta mientras tú, tumbado, observas cómo empieza a caminar, cómo empieza a vivir… y sonríes, mientras tu consciencia te abandona… entonces se gira y te mira a los ojos… ¿alguna vez habéis intentado describir lo que hay detrás de una mirada? Había fuego, pasión… había ternura y comprensión… había un mar azul de estrellas en esa constelación y la promesa de un niño que empieza a elegir.

Se aleja, y me doy cuenta de que se lo ha llevado todo, el precio ha sido alto pero la recompensa está ahí, viva, para que la lean los demás, para que lloren con él, se rían con él, se enamoren con él, triunfen con él o caigan en desgracia con él…

Se lo he dado todo, y ahora toca descansar mientras mi hijo corretea libre por las páginas… me toca descansar…
Me duermo, profundamente, plácidamente, sin darme cuenta… y sueño un millón de sueños mientras espero dormido que despierte de este sueño para volver a crear un personaje nuevo, una vida nueva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario