martes, 23 de enero de 2024

Siempre pensé que el coche era mío

Siempre pensé que el coche era mío. A veces me invade una sensación extraña, como si me faltara algo, y cuando miro alrededor siempre me fijo en los demás y me imagino que tienen todo aquello que se supone debes tener cuando llegas a una determinada edad. A mí me pasa al revés, no encuentro nada que pueda considerar mío, hasta que mi mente acaba dirigiéndose siempre al mismo sitio, mi coche. Por eso siempre he pensado que mi coche era mío, más por esa sensación que por el hecho de haber estado pagándolo durante algunos años. La vida me ha recordado, porque a mí se me había olvidado, que cuando compré el vehículo, este no era de primera mano, sino de ocasión. Y esto hace, fíjate tú la tontería, que disminuya levemente ese orgullo de única posesión que tienes. Sigo pensando que el coche es mío, pero no es de primera mano. Es como aquella canción que cantaba Julio Iglesias sobre que lo mejor de la vida de otra persona se lo había llevado él. Y no es que yo crea que lo mejor de mi coche se lo ha llevado quien condujo sus primeros 1.000 kilómetros, sería tan absurdo pensar eso como lo es el mensaje de la canción. Se trata de que cuando miras para atrás y cometes el estúpido, infantil, común y poco aconsejable error de compararte con quien tienes alrededor, tu cerebro te manda el mensaje de que podrías haber hecho más para conseguir tu coche de primera mano, uno de la marca con la que siempre habías soñado, junto con el chalet y el pisito en la playa.

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