jueves, 6 de septiembre de 2012

andar


Andar… sin mirar… sin mirar atrás o en la dirección que nos persiguen… a veces corremos y nos caemos con miedo a mirar al frente mientras pensamos que al levantarnos las heridas que una y otra vez se abren no cicatrizarán.

Andar cogidos de la mano, como si fuéramos niños que, al no tener que preocuparse del dónde, cuándo ni cómo… investigan con la mirada… devorándolo todo. Al contrario que ellos, hace tiempo que no abro los ojos cuando camino por las calles, que no miro por dónde voy… porque sé que todo está ahí, como cuando pasé la última vez… y así es como me lo pierdo todo.

Andar notando que hay muchas manos que tiran de nosotros, en distintas direcciones… que te sujetan y no te dejan escapar… que te dan un empujón y te hacen reaccionar cuando más lo necesitas… que te apartan dándote la espalda y otras que mientras empujan con la mano y una sonrisa en los labios, te ponen el pie detrás.

A veces te paras, con la tentación de no poder más… con la promesa del olvido y el descanso del que está parado, respirando y poco más… pero si una vez hubo un camino que andar… y al mirar el retrovisor de tu alma te das cuenta de que sí, de que lo hubo… no importa dónde, cuándo ni cómo, pero lo hubo… y ese camino ahora no existe porque la marcha atrás no funciona, tu embriagado escape está averiado, pero tu motor sigue intacto esperando una dirección de las infinitas posibles mientras a tu lado aparecen esas manos que una vez te ayudaron…y te empujan... hasta que vuelves a arrancar
y en ese momento la decisión es tuya, solamente tuya…
hacia dónde, cuándo, cómo y porqué andar.

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